sábado, 3 de octubre de 2009

VIOLETA

Para salvarme del gran dilema de relacionarse, apareció Violeta, una muchacha muy bonita de unos 26 años, mantenida por los padres.
La muy puta se acercaba sin decir palabra, venía al acecho, poniendo asechanza. Se acercaba como un tigre hambriento. Necesitaba, ella, que se me pusiera roja. Me sentía yo, como un perro en pleno invierno furioso. Cabezón y lastimero. Ya sabía aullar, era casi un perro de verdad.
Cuando llegamos a su casa, se desnudo instantáneamente. Las noches no se recuerdan en estos casos. No se recuerdan las acciones, solo los actos. Sino ¿Como aguantaríamos la cabeza? ¡A fuerza de pulmón nos ponemos más hijoputa con las horas!
Por un momento nos convertimos en niños(Los niños no conocen la ley).Eso nos enamoraba un poco más.
Violeta siempre quería hacerlo sin hablar.
¡Como le gustaba! Sin embargo no me causaba rechazo, lo hacía con tal gracia que por momentos hasta la envidaba. Ella la pasaba mucho mejor, eso era lo más visible de la relación. Se retorcía para todos lados, se manejaba en los felinos, pasaba de tigre a gato sin escala.
Al terminar casi siempre nos quedábamos tiempo indefinido, hasta dormirnos, mirándonos. Me maravillaba ver las gotas de sudor cayendo de pezón a pezón. Esos momentos hay que disfrutarlos, sin ningún tipo de escrúpulo mental. La miraba de pies a cabeza, los cabellos pegados en su frente resaltaban sus ojos de un color rarísimo, siempre me decía el color que era, yo nunca lo recordaba. A ella le gustaba ver como se me hacía más chiquita pasando las horas, quedaba roja, hinchada, un horror. No se como le gustaba tal cosa, eso si me repugnaba por completo. Pero bueno, era mi cuerpo, muchas cosas no me gustaban de él, para eso la tenía a ella que adoptaba posiciones para que no deje de mirarla.
A la mañana nos despertábamos con el sol en la cara, parecía que habíamos dormido a la intemperie.¡Ni una sola cortina! A ella le fascinaba eso, yo por mi parte hubiese escondido el sol por una o dos horas más. Me levantaba de la cama, ni un poco de intimidad, éramos uno, ni puerta en el baño.
Al terminar de lavarme la cara, seguía teniendo muy mala pinta.
“En una palabra, mientras estas en la guerra, dices que será mejor la paz y después te tragas la esperanza, como si fuera un caramelo, y luego resulta que es mierda pura” Habría leído más adelante. Era justo lo que sentía, salvando las diferencias.
Ella era muy astuta, no se dejaba engañar, sabía que íbamos a estar yendo y viniendo toda la vida.
“No importa que pase en el medio, nos vamos a casar de viejos.” Me decía.
Yo le contaba de mis planes, a veces con palabras otras con acciones, sin dejar de ser cariñoso. Ella muy perceptiva, como siempre, no se dejaba llevar por la suavidad.
Notaba que la amaba pero que por alguna cuestión debía irme.
“Tal vez sea eso lo que busquemos a lo largo de la vida, nada mas que eso, la mayor pena posible para llegar a ser uno mismo antes de morir.”
Sin saber muy bien porque, nos separamos.
Y obviamente que si no hubiese sido por mí, no dudo ni un segundo, ella hubiese estado siempre conmigo. Necesité una frialdad despiadada y un carácter chungo y frío para hacerlo, pero aún hoy defiendo un poco mi alma.
“Ella me regaló tanto cariño que si viniera mañana la muerte a buscarme, nunca llegaría a estar, estoy seguro, tan frío, ruin y grosero como los otros”.
Gracias Violeta.