lunes, 15 de marzo de 2010

PROMETIDO VIOLETA

Bajada Sargento Cabral, caminábamos juntos por Rosario, como en los viejos tiempos, jo! Cuanto hacía de aquello! Yo iba feliz, ella creo que también. Íbamos recordando los tiempos juntos, recordamos lo divertido que era todo y evaluábamos las repercusiones de volver a estar juntos, ella decía que lloraría al terminar el acto sexual, yo le decía que no y así llenos de algo parecido al amor pisábamos los adoquines que daban al río. Perpendiculares, nosotros, casi agarrados de la mano pero no, nos reíamos sin parar de lo pasional que éramos. “Lo recuerdo como una gran telenovela” decía ella, y al rato miró una ventana que daba a la fuente de la mismísima calle que transitábamos. La casa era divina, de los tiempos del sunderland, de los buenos tiempos del puerto, de esos tiempos que no vivimos, nos encantaba lo que venía de tiempos en los que no existíamos. Ja! bueno, el hecho es que mirando aquella bendita ventana me dijo: “Ahí quiero vivir… algún día voy a vivir ahí, si si,,,” yo inmediatamente me reí y le dije que podríamos vivir juntos, que también había flashiado con esa casa y ese asunto de la ventana. Y ahí, casi llegando a la Fuente de las Utopías hicimos el pacto. “Dentro de diez, quince años, nos mudamos. ¿Prometido?,
Prometido Violeta