Hoy quería imaginarme muerto
Y no podía.
Me imaginaba hablando
con el portero del edificio
o jugando una mano de truco
con los viejos timberos
de la plaza de enfrente.
Pero muerto no me imaginaba,
no podía.
Me imaginaba haciendo
cualquier barbaridad,
siendo paseador de perros
o jugando backgammon
con las amigas de mi abuela,
pero muerto no,
muerto jamás.
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1 comentario:
¿Y para qué imaginarse muerto... si estás vivo?
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