Volvía con los cabellos envueltos en grasa,
remitiéndome hacía la persona social.
Una suerte de esperma veloz
y un desanimado corazón empedernido.
Conque sabiendo mis atributos
me reincorporé al montón de opiniones premeditando
otra salida, otro escape furtivo,
otro simulacro cobarde.
Volver a casa, filosofar,
que de una u otra manera
es tener el mayor de todos los miedos .
Para ellos el diluvio que me abominaba
era la seguridad, seguridad duradera.
Diluvio en suspenso,
sistema abominable de coacciones
en forma de ladrillos, pasillos
y hasta una manada feroz de personas.
No hay salida ni escape furtivo,
no hay simulacro cobarde
ni carrusel.
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