domingo, 30 de agosto de 2009

viaje al principio del día

Turismo rural, de aquellos de Melincué, le robamos a Goncourt las palabras de la boca. “Tocaté un tango lerdo y triste…que quiero llorar” decía el abuelo Roberto casi recitando, caminaba de un lado para otro después de cenar y se perdía en el terciopelo azul que cubría la casa. Volvía melancólico, se iba a ver los animales que compartían junto a él el rocío reconfortante de medianoche, le mojaba la cara, le gustaba pensar que eran lagrimas y más lagrimas de sus antepasados, se empapaba de dolor y alegría decía él muy orgulloso de su hallazgo , todos sabíamos que era solo agua, pero lo dejábamos seguir, era lindo escucharlo hablar borracho, tenía cierto valor de cangrejo en esos momento. Se convertía en un gran anecdotista y a la mañana siguiente volvía ser normal, pero sus ojos seguían como siempre, llorosos.
Yo me levantaba a las nueve de la mañana casi siempre, diez años tenía aproximadamente, recuerdo que corría a dorarme la piel apenas abría los ojos, primero me fijaba que por la ventana se filtraba luz y luego corría a la puerta, a esa hora obviamente el campo estaba en plena actividad, mis tíos no paraban de trabajar. Era muy lindo ver todo eso en funcionamiento, en buen estado, pero yo realmente no valoraba toda ese olimpo a mi alrededor, es que la belleza es como el alcohol, cuando uno se acostumbra deja de prestarle demasiada atención.
Me acuerdo que me perdía entre los chanchos. Con precaución de asesinato los bordeaba, pisaba su mierda y los veía comer. Mi abuela y mi madre, siempre tan atentas, se alteraban un poco al no encontrarme para almorzar, trance de tontería sufrían aquellas mujeres, era difícil sacarlas de ahí. Recuerdo que gritaban mi nombre por todo las hectáreas de césped que poseíamos y yo como un mini Celine, me alejaba de todo. Tenía un problema, quería todo el tiempo conocer nuevos lugares, obviamente en ese momento necesitaba encontrar un bosque o simplemente una vaca media distinta a las demás para cumplir mi cometido, luego con el tiempo eso fue cambiando y tuve y tengo que buscar mucho más para conformarme.
Me acuerdo que almorzábamos en una cocina que tenía mucho olor a campo, no me preguntes como era, pero lo recuerdo como una mezcla, de huevo, gallinas, queso, vino tinto, polvo que levantaba la camioneta de mi tío y talvez a mora también, había un árbol sobre la casa y yo creo, ayudaba al aroma. Siempre se charlaba en tonos muy altos, los gringos suelen gritar todo el tiempo sin estar enfadados, de hecho cuando se enfadan ni hablan, raro mecanismo de defensa, yo no lo entendía, igual lo respetaba. El hecho era que yo no lograba entender nada en la conversación, las voces se sobreponían y hasta muchas veces había más de 3 conversaciones en la misma mesa, lo acogedor y confortante de esto era el sonido de la voz de cada uno y hasta de todos al unísono, cada uno tenía un tono muy personal y cariñoso. Las ideas también se tomaban vacaciones en la mesa, pero eso le daba un tono atontado a la conversación que me daba mucha gracia, pues el vino también afectaba el mediodía.

viernes, 14 de agosto de 2009

oliscando entre la basura me doy cuenta lo parecido que somos,
ella y todos nosotros.

DILUVIO CRÓNICO

Volvía con los cabellos envueltos en grasa,
remitiéndome hacía la persona social.
Una suerte de esperma veloz
y un desanimado corazón empedernido.
Conque sabiendo mis atributos
me reincorporé al montón de opiniones premeditando
otra salida, otro escape furtivo,
otro simulacro cobarde.

Volver a casa, filosofar,
que de una u otra manera
es tener el mayor de todos los miedos .

Para ellos el diluvio que me abominaba
era la seguridad, seguridad duradera.
Diluvio en suspenso,
sistema abominable de coacciones
en forma de ladrillos, pasillos
y hasta una manada feroz de personas.
No hay salida ni escape furtivo,
no hay simulacro cobarde

ni carrusel.

LA ÚLTIMA RAZÓN PARA SEGUIR AMANDO

El final de las cosas que nunca conoceremos,
el final de todas las calles del mundo,
el final o el principio de una ciudad,
el final o el principio del amor,
el final de todos los libros,
el final de discos interminables,
el final de todas las canciones,
el final de obras de artes,
la última sílaba de todas las palabras,
la última silaba que canta cada persona,
la última razón para seguir amando,
la última forma de salvar al mundo,
el último día de la vida de alguien,
el holocausto del planeta,
el holocausto de nuestros nietos,
los pedazos de cielo que le robamos
e innumerables cosas que no sabremos jamás.

domingo, 2 de agosto de 2009




No entiendo aún como alguien puede llegar a esta inmensa y aterradora obra de arte.